Se va, se va y todavía me cuesta creer todo lo que hemos vivido a lo largo de éstos doce meses.
Se marcha el año en el que me he podido reconciliar con el mundo, y también conmigo misma. El año que me ha devuelto la sonrisa y la ilusión.
Ser madre es lo más grande que me ha dado la vida, no tengo palabras para describir todo lo que siento, lo especial que me siento, desde entonces.
He llorado como si no hubiera un mañana, sí, me han perseguido los miedos, me he sentido triste y agotada en más de una ocasión y he perdido la paciencia otras tantas veces, pero no he conocido nunca una felicidad tan plena.
Me siento en paz, más madura y orgullosa de mí misma.
No hemos viajado, ni siquiera hemos hecho grandes planes, pero no los hemos echado de menos.
Hemos aprendido a disfrutar de nosotros y de cada momento en familia y ésto se ha convertido en nuestro mejor plan.
En el terreno profesional, parece que he encontrado mi sitio, y compagino un trabajo ‘normal’, jaja, con el trabajo en las redes.
El blog siempre ha sido mi refugio, mi vía de escape, mi quitapenas…, y nunca jamás me hubiera podido imaginar que algo tan mío, tan de andar por casa, pudiera convertirse en lo que es hoy en día. Un rincón que me ha permitido soñar despierta y cumplir deseos inimaginables.
El 2019 ha sido el año en el que he podido recoger los frutos de la constancia, y he tenido el privilegio de formar parte de algún proyecto que me ha hecho muy feliz, y que me ha demostrado que todo llega, que con ganas y esfuerzo todo llega.
Formar parte del equipo de Yves Rocher como embajadora, así como viajar a Francia para conocer sus orígenes ha sido uno de los hitos de éste año que termina.
He aprendido y participado de sus proyectos, y además de tener la oportunidad de conocer a un equipo de buenísimos profesionales y mejores personas, he compartido mi tiempo con unas compañeras de excepción, y me siento la persona más afortunada del mundo por ello.
También he sido embajadora de otra de mis marcas de cabecera: Kiehl’s,y no puedo expresar con palabras toda la gratitud que siento por ésta oportunidad que me han brindado.
Además, he podido trabajar en pequeñas campañas con otras marcas que me gustan especialmente, y a las que estoy muy agradecida por haber contado conmigo.
Pero si con algo me quedo es con las personas, las marcas son el reflejo de las personas que trabajan en ellas, y me siento súper agradecida por haber conocido a profesionales como la copa de un pino, además de grandisimas personas, nobles, cariñosas y con mucho que aportar a los demás.
Éste año ha sido un regalo, y al 2020 solo puedo pedirle que me quede como estoy, poder seguir disfrutando de los míos, de mi trabajo y de gente tan maravillosa es todo lo que necesito para ser feliz.